sábado, 29 de noviembre de 2014

Causa de la muerte...

No quiero volver a oír hablar del tiempo,
ni de los baches en tu espalda,
ni de senderos a plena luz del día,
por recorrer,
en tus costados.

No quiero avanzar y oír que todo ha terminado y que la vida sigue.
No quiero saber de semáforos en rojo,
y por reparar.

Ni de relojes de arena,
que acaba,
que se desvanece,
que se deja llevar por un viento que no conoce esperas, ni nombres.

Prefiero el mar,
tan eterno,
y tan vacío,
y lleno a la vez.
Y tan reconfortante,
tan tú.

Prefiero cerrar los ojos y sumergirme,
y comprobar que la nada puede sujetarse en mis manos,
y en la sal de mis ojos,
y en la sal de mis labios.

Hablemos de oportunidades (y de intenciones),
decirte que pretendo levantar murallas solo para destruirlas a tu paso,
Que pretendo enredarme entre las sabanas de tus manos sin nunca dejarme atrapar,
correr hacía ninguna parte con la conciencia sucia, a sabiendas que aún esperas en la meta final.
Y lanzarme al vacío, repetidas veces, porque sé que tus brazos estarán en este extraño fondo,
para sujetarme.

Asomarme a ese abismo sin miedo al empuje, sin miedo a la caída, al dolor;
sin miedo al miedo.
Saltar los puentes, los trenes, aviones, aeropuertos, que se presenten.
Y tocar la llama, y no quemarme, y no sentirla, y creer que nunca estuvo ahí.
Y jugar con las luces, en plena noche y evitar que se apaguen, que desaparezcas,
desaparecer.
Y jugar con los imposibles, y hacerlos un poco más míos,
y hacerme un poco más mía.

Que pretendo construir una carretera en tu cuerpo,
tan solo para oír satisfactoriamente ese;
''ha llegado a su destino''.

Y así poder constar en una perfecta acta de muerte,
que en esa curva;
me maté yo.





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