lunes, 25 de agosto de 2014

Tira otra vez.

Hablemos de cuando tus ojos se tornan lluvia y se precipitan sobre mí. De las veces que me quedé afónica a base de gritar que te quedaras y tú, básico y anémico, tan solo te quedabas en aquella vieja puerta desgastada por el tiempo y las vivencias, mirando hacia la nada, con aquella mirada incapaz en la que solamente tú conocías la dirección correspondiente, mientras susurrabas un triste y cansado <<adiós>>, que siempre sonaba a un jodido <<hasta luego>>.

Las veces que acabé muda envasando gritos y silencios al vacío, contemplando otras de tus marchas y desee estar ciega.

Las veces que perdí el tacto de no tocarte. Sorda de palabras resonantes e inútiles como si de sal en la herida se tratara.

Las veces que intenté intentarnos e inventabas miles de excusas por miedo a fallar(nos). Todos los malditos laberintos que edificaste y edifiqué y en los que siempre, y de una manera inexplicable estabas a la vuelta de la esquina. Y vuelta a empezar nuestro incansable ritual de círculos viciosos.

Me he dejado la voz en explicaciones cuyo eco era la única respuesta. En todo tipo de canciones al cantarte. Y el corazón acabo ronco de imaginarte suplicando una más.

Y entonces, apareces, y actúas como si nada, trayéndome paz en otra de tus malditas treguas que siempre acaban en una guerra aún peor. Alzo mi bandera blanca. El último cigarro y adiós. Nunca se me han dado bien las despedidas.

Aún necesito saber si queda vida después de perderte, aunque me niegue a aceptarla...

@MariaTBLennon