sábado, 10 de diciembre de 2016

Recuerdos.

Aviso: Este escrito puede herir su sensibilidad, o tal vez, solo la mía.

Llevo días luchando contra este recuerdo,
y quizá la manera más correcta de apaciguarlo sea escribiéndolo.

La última vez que te vi subías a aquel tren, acabábamos de despedirnos, 
lo que no sabía es que fuese para siempre,
que aquella fuese realmente la última vez.
Fue entonces también la última vez que te besé y pude mirarte a los ojos.
La última vez que nos dijimos bajito lo mucho que nos queríamos.

Justo antes acababa de darte una sorpresa (o intentarlo), 
salí sin llaves y ocasionando todo mi desastre,
pero no me importaba nada que no fuese decirte adiós por última vez,
y vaya si lo fue. Lo que no sabía es que esa vez duraría el resto de mi vida.

Nunca había estado tan fuera de mí misma como entonces,
te juro que en esos momentos era totalmente tuya.
Mi cuerpo decidió abandonarme para habitar el tuyo.
Y no había absolutamente nada que pudieses hacer mejor,
o que pudiese ser más perfecto.

Me dijiste tantas veces que me querías, que mira por donde,
hasta me lo creí,
no volví a dudar ni una sola de sus letras,
lo que solo ha servido para empeorarlo todo.

Y como siempre, prometimos vernos pronto.
Un pronto que acabó por caducarse.
Puedes llevártelo, no me queda nada más que esperar de él.

No te habías ido y ya te echaba de menos,
de todo lo que cambió lástima que eso no cambiase.

Te vi marchar con la esperanza muerta de volver a verte.
Y buscando tu mirada una vez más,
entre los cristales,
nos dijimos, sin saberlo,
adiós.

Ese día volví flotando en una nube que se transformó en tormenta,
y sigue precipitándose encima de mí.

No sé en qué momento esta X se convirtió en una cruz.
Por la que tanto me sacrifiqué y acabó tachándonos.
No sé, no sé cómo no me di cuenta (o no quise ver)
que el cero no estaba detrás del uno,
si no delante.

A veces pienso que realmente me quedé allí,
en ese preciso momento,
abrazándote congelada mientras veo trenes que llegan y se van.
Una versión de mí que no se cansa de luchar,
por esperar al tren equivocado,
y la otra que intenta empezar de nuevo,
empezar sin ti.