jueves, 25 de diciembre de 2014

Nunca más.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque sabrá conquistarte sin mirarte. Porque sabrá hacerte el amor sin tocarte.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque jugarás entre sus versos y heredarás su soledad.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque te interpondrás entre su abismo, y de ahí, de ahí, no sabrás salir jamás.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque te faltarán precipicios a los que asomarte y te sobrarán acantilados a tus pies.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque sabrá como nadie todos tus defectos y virtudes, porque conocerá todos los secretos enterrados en tu piel y sabrá como utilizarlos en tu favor y contra.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque acabará por hacerte inmortal, congelarte en su tiempo y espacio y llevarte al límite de galaxias desconocidas.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque te querrá libre pero sabrá tensar los hilos como nadie.
Dar vuelta a los engranajes y oxidarlos hasta el desgaste de su existencia.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque leerá tus pensamientos en voz alta y descifrará cada palabra minuciosamente hasta el hartazgo. Y los plasmará en su viejo cuaderno desgastado de revolcones y charcos.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque te será infiel con su tristeza, con la que te pondrá los cuernos cada noche. Porque por más que intentes, su único consuelo será el papel por el que se desangra. Porque vivirás entre insomnios a tiempo completo.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque mayoritariamente pensará su pasado en presente y futuro perfecto. Y tus tiempos se volverán algo más imperfectos.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque acabarás viendo su reflejo en el espejo cuando te mires a tí. Porque acabarás poseyendo sus manías y rarezas, sus vicios y similitudes. Porque pisarás asfalto siempre que puedas, sin resguardo de la lluvia.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque tus colores se teñirán de grises e irán degradando. Porque obtendrás una visión borrosa del arco iris y tus filtros no pasarán del blanco y negro apagados. Porque sus dudas y sus miedos serán más grandes que tu luz, y acabarás consumiendote en una eterna incertidumbre.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque éste, se alimenta de vida y te la está quitando.
Porque siempre echará su mierda en tí como a un saco de basura. Pero sabrá recompensarte con un par de poemas bonitos y tú, seguirás cayendo en la misma trampa una y otra vez.

Nunca te enamores de un poeta muerto, porque querrás salvarlo continuamente, porque querrás alejar sus demonios y a sí mismo.
Y acabarás abriéndoles tu puerta.
Porque querrás prevenirlo de las guerras y las tormentas.

Pero, ¿sabes qué pasa? Que aquel que no quiere salvarse no puede ser salvado,
y no lo salva ni Dios.


@MariaTBLennon