martes, 22 de enero de 2019

Error 404.


Sabes que algo nunca ha funcionado bien del todo,
cuando ríes al llorar como si llorases por reír.
Cuando el dolor se transforma en algo más profundo y oscuro
que no sabrías explicar.

Hace tiempo que decidí romper con el mecanismo,
para olvidar que una vez hubo engranaje.
Para olvidar que hubo un tiempo en el que el mundo giraba solo si tú sonreías.
Duermo cada noche abrazada a un futuro incierto, y un presente por determinar.
Me detengo a observar los destellos de los aviones que sobrevuelan mi cabeza,
buscando un billete de ida hacia el olvido.

Juego con todo lo que me hace daño como si el cielo tampoco quemase.
Como si no importara ganar o perder, soltar o permanecer.
Como si las reglas ya estuviesen pactadas justo antes de entrar al juego.

Pidiendo a todas las estrellas fugaces que se queden un rato más.
Reto al puro desafío de enfrentarme a mis demonios como si no fuesen en realidad ángeles caídos.
Como si no fuese a echarlos de menos.
Como si no fuese a dejar de echarte a ti.

Camino entre el vértigo que me da saber todo lo que no fui capaz de ser,
todo lo que no fui capaz de luchar,
por haber hecho de mi vida mi campo de batalla,
y no saber diferenciar cuando mato de cuando me matan.
Por crear un adversario en el espejo a quien culpar de cada derrota,
pero sin reconocerle las victorias.

Guardo cicatrices como trofeos, las heridas como puertas, 
sin saber diferenciar cuando vengo de cuando voy.

Me ahogo siempre en un mar de dudas, 
sabiendo que las razones siempre han estado escondidas entre los charcos.
He ido hasta el fondo del puto océano para descubrir que simplemente estaba flotando.

Busco un faro que más que iluminar la oscuridad, la resalta.
Una fotografía quemada que más que mostrar la realidad, la distorsiona.

Darme cuenta que si alguna vez ardí, no fue por tu fuego, si no por mi frío.
Si alguna vez te perdí, fue porque nunca me ganaste.
Si alguna vez te quise, fue porque era mentira.

Rompo con todo lo que no pude arreglar, 
solo para buscar los restos de lo que fui en los pedazos.
Encontrando solo vestigios de un ayer que nunca fue mío.

He desenterrado partes de mi cuerpo que enterré 
solo para mantener el de otros vivo, 
y planté flores en las ruinas.

Dejé de reconocerme cuando mi propio reflejo dejó de reflejarme.
Y el reencuentro surgió a través de los cristales rotos que pisaba.

Me incendié solo para ver mis miedos arder,
y convertí en arte las cenizas.

Viví con la intensidad con la que se viven las cosas que no son eternas,
y prometí no volver a morir dos veces en el mismo lugar.

Y aquí sigo, respirando.
Como si la vida nunca acabase porque en realidad, 
nunca ha empezado.