martes, 7 de noviembre de 2017

Tregua.

Hubo un tiempo en el que querer era tan fácil como respirar.
Una versión inocente de mí con ganas de aprender miles de cosas nuevas.
Una versión que murió el día que me rompieron el corazón, y desde entonces no ha vuelto a ser el mismo, he juntado los pedazos pero ya no late igual.

Con los golpes acumulados y el daño, cada vez me fue costando más.
A veces siento que nada va a volver a ser igual, que no seré capaz de sentir de la misma forma, que privaré mi amor de aquella intensidad.

Una barrera que si intento cruzar me devuelve al principio de todo.
Una versión rota y estropeada, una versión que intento mejorar y arreglar, mientras mi mente solo me pide una maldita tregua.
Paz y tiempo.
Sanar heridas.
Construir puentes.
Tener la sensación de que todo está en su sitio aunque nada nunca lo esté.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Elige vida.

Elige volver a enamorarte.
No tener miedo a lo que pase,
ni muros que te lo impidan.
Volver a sonreír recordando palabras tan ajenas como propias.
Y sabiendo que existen por y para ti.

Elige olvidar el pasado,
tachar el recuerdo,
cambiarlo por alguno que no te haga daño recordar.

Volver a sentir la estampida de mariposas,
la oleada de calor por todo tu cuerpo,
y el vuelo libre de los pájaros enjaulados de tu cabeza.

Elige sentir.
Volver a olvidarte del reloj y no saber ni en qué día vives.
Saber que por tu ventana siempre va a salir el sol, y que estarás a su lado para contemplarlo.
Olvidarte del futuro incierto y vivir el presente.

Elige el paracaídas y no la montaña rusa.
Que vuelvan las emociones fuertes.
No tener que pedir perdón por cosas que no has hecho ni permiso por las que quieras hacer.

Elige despertar junto a una nueva persona,
ver amanecer un rostro diferente,
y querer que así sea.
Darle todo tu amor y recibir el suyo.

Volver a respirar en su pecho mientras escuchas latir por ti otro corazón.
Elige caminar a su lado,
llegar, esta vez sí, hasta el fin del mundo.

Elige tardes de domingo enredados en sábanas, películas, versos y besos.
Dedicar nuevas canciones.

Volver a tener fe en algo,
volver a creer en alguien.
Pensar en la suerte que tienes de haberlo encontrado.

Confiar en que todo irá bien,
confiar en las nuevas oportunidades,
en que todo sea diferente a lo anterior conocido.
Conocer el verdadero significado de la palabra amor, y no una mala interpretación.

Elige que te quieran,
que te quieran de verdad,
sin peros, ni dudas, ni medias tintas,
a ciencia cierta,
que apuesten siempre doble por ti.
Con la mirada limpia y el corazón lleno.

Elige volver a enamorarte.
Elige la vida.
Elige la vida, y no seguir muriendo.

Elige ser feliz, que ya te toca.

viernes, 21 de julio de 2017

Amor y rabia.

Durante estos últimos años he reflexionado muchísimo, 
he visto como mi vida avanzaba y sobre todo, 
se estancaba, 
desde todos los ángulos y perspectivas posibles.
He auto-evaluado cada situación, cada progreso, 
cada infortunio, cada quizás y cada por qué.
Y a día de hoy sigo sin lograr todas las respuestas.

He aprendido que a veces, 
la persona que más quieres puede ser la que más te daña.
Que por mucho que reces a un dios invisible lo que no es para tí, 
tarde o temprano se te escapará de las manos.
Y que al igual que todo llega, todo pasa.

En un abrir y cerrar de ojos, 
tu mundo puede tambalear 
y no podrás hacer nada por evitar su derrumbe.

Pero si algo he aprendido es 
que debemos desprendernos del pesar de cargar con una culpa que no nos pertenece.
De los fantasmas del pasado.
No puedes culparte de algo que salió mal, a pesar de haber luchado por ello, 
porque ya estaba predestinado a morir desde que nació.

Nunca te quedes con la duda y arriesga aunque pierdas, 
porque en tu conciencia quedará que por lo menos, lo diste todo.
Aunque somos autodestructivos por naturaleza 
y acabaremos por encontrar cualquier pretexto que rechace la teoría.

He aprendido que siempre quedarán dos opciones, 
que podrás elegir entre dos caminos;
hundirte mientras ves como caen los escombros,
o comenzar a reunirlos uno a uno,
lo cual requiere paciencia y tiempo,
hasta volver a construir tu mundo desde las cenizas, 
para volver a estar completa,
quizá más rota,
pero más fuerte.

Que los cuentos de hadas no existen, y la perfección es solo una utopía más a tus espaldas.

He aprendido que de los sabores más amargos surgen los más dulces.
Que la meta es el destino y no el fin. 
Que los finales son puros principios, 
o que quizá nunca fueron un final y esperan camuflados, volver a empezar.

Que lo importante no es aterrizar si no el vuelo.
Es crecer, y ser la mejor versión de uno mismo.
Es avanzar desde los cimientos hasta crear tus propios pilares.

Es quererte y aceptarte, con la fuerza de un mar que nace y desemboca en ti.
Solo en ti.
Con el amor y la rabia con que rompen las olas.

sábado, 18 de marzo de 2017

Carta sin remitir.

Hubo un día en el que me prometí que nunca más volvería a escribir sobre ti.
Es por eso que llevo tanto tiempo sin escribir que las manos me queman,
que mi cabeza está hecha un caos porque no he sido capaz de ordenar mis ideas.

Es por eso que el blanco del papel me empezó a dar vértigo, y cada vez que intentaba perderme en él acababa perdida en algún lugar tan dentro de mí que ni siquiera he logrado reconocerlo.

Porque aún no puedo hablar de mí sin hablar de ti.
Pero no he podido aguantar más.

He pensado en escribirte cartas, solo para verlas arder.
Para sacar las palabras de mí y dirigirlas con remitente al viento.
Aunque lo esencial se quede aquí para siempre.

Y en las noches más oscuras siempre te veo danzar por mi mente como un relámpago que no cesa.

He sentido pánico al pasar por todos aquellos sitios en los que un día fuimos.
Y he intentado ignorarlos para evitar revivirte a cada paso, con cada huella.

Porque todavía me asusto si creo que vas a venir.
Porque aún no he conseguido acostumbrarme a tenerte tan cerca y tan lejos a la vez.
Ni desprenderme de esta rutina de trenes y atropellos.

Te he buscado en labios ajenos y he intentado ocultarme en brazos que no daban calor, y en vez de taponar tu ausencia la he subrayado con luces de neón.

Quizá esto nunca entendió de amor y quizá haya errores que no pueden entender de rectificaciones.

Nos empeñamos en corregir algo mal escrito, con mala letra y muchas faltas.
¿Que podíamos esperar de una historia así?
Al final del cuento siempre ganan los malos, y nadie come perdices.

Siento que nos hayamos robado tantas horas pidiéndole tiempo al tiempo.
Solo un poco más...
Siento haber perdido tantos minutos creyendo en treguas que más bien eran un placebo.

Que la vida nos cambiase de canción cada vez que lográbamos seguir su ritmo.

Puede que al final de esta función al fin y al cabo no nos mereciéramos los aplausos pero tampoco fue un fracaso absoluto.

Simplemente no interpretamos bien nuestro papel, o quizá se nos olvidó improvisar de vez en cuando, qué más da.

He intentado ceñirme a un guión que no tenía destino, ni causa.

Y aunque haya un día que dejes de dolerme, seguirás entre mis páginas pues si de algo estoy segura es que durante mucho tiempo serás mis poemas más amargos.

Ojalá hubiésemos sabido encontrar el equilibrio justo entre la cordura y la locura.
Pero pecamos de ambas cosas sin entender de ninguna.

Ojalá no estuviese aquí escondiendo entre líneas tu nombre.
Porque no soy capaz de pronunciarlo sin que me duelan los labios.

Ojalá algún día todo esto merezca la pena por algo, y pueda cobrar un sentido.
Ojalá nunca sea tarde para arreglar y coser los rotos.

Ojalá pueda corregir todo lo que no hicimos bien en alguien que sepa abrazarme sin rascarme las heridas.
Si no que sepa curar hasta hacerme olvidar que están ahí.
Sin desear siempre que ese alguien seas tú.

Ojalá aún sea todavía.

Una vez más, me limpio todas estas lágrimas, me hago un torniquete
-ya soy toda una experta-
para recordarte que yo no quería que te convirtieras en recuerdo.
Que no quería convertirme en unas simples ruinas.
Que aunque muchas veces me pregunte por qué, aquí está tu casa aunque ya no puedas llamarla hogar.

Aún no he conseguido que deje de salir el sol desde tu ventana todavía.
Estoy en ello.
Lo cierto es que empiezo a echarlo de menos.
Por mucho que nunca acabe de echarte a ti.

Atentamente: un recuerdo.

lunes, 23 de enero de 2017

Arte.

Puede que al final tuviese que irme.
Apagar aquella luz en tu mesilla para no volver a encenderla nunca más.
Para que tú la enciendas y no sea yo a quién encuentres a tu lado.

Puede que no fuese de la mejor forma, que necesitase sacar la rabia de mis adentros para encontrar toda mi fuerza.

Que no fuese capaz de decirte adiós en silencio y sin que sonase bruscamente.

Puede que me haya marchado pero sigo estando en cada una de las líneas en las que fuiste protagonista.

Que no me he olvidado del espejo que nos reflejaba como si fuésemos dos personas unidas siempre en distintos lugares. En distintos puntos de cada una de sus vidas.

Como si estuviesen destinados a no coincidir en ninguna de ellas.

Puede que esté intentando borrarte a fuerza de golpes.
Que me haya dejado estas manos vacías en recuerdos baratos.

Te has caído del trono y la mejor forma de coronarme fue no queriendo ser la reina, si no la guerrera que luchaba por arrancarte su amor propio.

Puede que haya aprendido la lección de una vez por todas.
Que esté mirando más allá de tu espalda.
Que ya no te imagine cada noche.

Puede que ya no te vea regresar por cada esquina, y lo mejor es que puede que no lo quiera.

Que no me siento a esperarte en la ventana, ni te busco en mi ropa.

Puede que nos haya costado tanto decir que no, porque un día nos proclamamos cobardes, y no quisimos afrontar que habíamos muerto.

Que he encontrado la valentía para querer resucitar,
que lo siento,
pero tenía que dejarte atrás antes de perderla por completo.
Que te siento,
aunque esté olvidándote.

Puede que al final acabáramos por manchar esta historia,
y que hoy tan solo siga siendo una mancha sobre un lienzo en blanco.

Puede que esto sea solo el comienzo, y que todo esté a punto de empezar.
Que mañana esa misma mancha se convierta en una bonita pintura,
y alguien decida llamarla arte.

viernes, 13 de enero de 2017

Frío.

Recuerdo que me dolía,
contemplarlo me dolía.

Apenas podía mirarlo a los ojos más de cinco segundos,
porque me aterraba ser descubierta,
descubrir que nada había cambiado,
que aún sentía cohetes por todo mi cuerpo si sus ojos se clavaban en mí.

Me aterraba saber que todo esto no había servido para nada,
mis intentos de olvidar aquello que tanto me costaba recordar,
que había guardado tan dentro para esconderlo de mí.

Todos los muros que construí para hacerme la fuerte solo me han hecho más débil,
y apenas te bastó con una palabra para que se vinieran abajo.

Siento la lluvia desbordando el vaso que con tanto empeño me ocupé de mantener lleno,
y ha inundado todo permitiendo que me seque.
Sin importar el mar que ha dejado a mis pies.

Te he echado tanto de menos que tenerte enfrente me parece un sueño del que aún no he conseguido despertar.
Ni aunque me pellizquen tus dedos.
Irreal como lo era diciembre sin tu abrigo.
O mi cuaderno sin tus trazos.

He tocado fondo y estaba en ti.
Llevo el cálido tacto de tus manos como combustible para seguir,
tu abrazo incrustado en las costillas,
como si por fin, me refugiase bajo techo,
tras estar expuesta a una larga tormenta,
y un ''me dueles'' en cada sentido.

El frío ha calado en mis huesos, congelando todas mis certezas,

y me ha dejado con la duda de tu calor.

Te he sentido tan cerca que me he sentido lejos de todo.
Me he alejado tanto de mí misma que no encuentro el recorrido para regresar tal y como llegué.
Y ahora he de cruzar por dos caminos distintos en los que en ninguno me tengo en pie.

No he podido- y no sé si quiero- decidir cuál es cuál,
no sé qué busco ni que puedo encontrar allí.

Pero lo que sí sé es que uno es contigo y el otro sin ti,
puedes decidir acompañarme o abandonarme para siempre.

Y aún no me creo que siga prefiriendo la herida antes que  perderte.