miércoles, 17 de septiembre de 2014

Let it Be.

Dejarse llevar.
La vida es demasiado corta como para medir distancias.
Como para vivir entre humos de relojes.
El mar a mis pies.
La sal en mis labios.
El viento en mi pelo.

Deslizándose en mi piel.

Verdades enterradas, entre olas.
Un cielo paralelo.
Y un infierno en mis manos.

Una canción que suena de fondo, y que mece mi voz al son de tus pasos.
Habla ahora o calla para siempre,
la nada es invisible a ojos que no ven,
que no creen,
que no quieren ver.

Volver al naufragio de tus versos y hundirme con ellos.
Acabar en una isla perdida en tus ojos.
Perderme y no encontrarme.
Y no pedir ayuda.
Nada de mensajes embotellados.
Ayúdame a dormir.
Estoy cansada de barcos varados en tu espalda, de tempestades a media voz.
Necesito otra calada.
Ayúdame a volver, porque hace tiempo que perdí el rumbo a casa...



martes, 2 de septiembre de 2014

Simulacro.

''Cada día te quiero más, ¿habrá un límite?''. Lo hay, por supuesto que lo hay, de hecho, lo has sobrepasado, qué digo sobrepasado, lo has masacrado, lo hemos masacrado.

Dices que esto es algo realmente serio y real. Pero lo que no sabías es que realmente esto era una ficción barata y de chiste. Un chiste realmente malo.
Lo he intentado todo pero no funciona. Creo que tú también has hecho suficiente.
¿Sabes esa sensación de sentirte un segundo plato? ¿De ser un maldito sucedáneo?
¿Una opción cualquiera, un consuelo? ¿Una simple deuda, un karma? Sí, creo que sí que lo sabes.

Me he dejado la piel, te la he regalado y apenas te conozco.
Has sido luz de esperanza entre tanta oscuridad.
Alumbrando un largo túnel cuya salida no daba al exterior.
Funcionó, ¿sabes?

Pero algunas bombillas se funden y pierden intensidad. La luz se vuelve tenue y en mi mente suena la alarma de simulacro. Y de repente, desaparece, así, sin más.
Y quedo sumida por una oscuridad ya familiar, conocida.
Y la esperanza desvanecida quema en una piel que nunca fue tuya,
ni siquiera fue mía,
quizá carezca de propiedad.

El reloj sigue atado a mis pies y ya pesa.
Estoy cansada de esperar algo que nunca llega,
de rascar piedra en este túnel que siempre vuelve a derrumbarse a tu paso.

Me quedo con el consuelo de volver a creer en algo.
De unos instantes de pura felicidad desvaneciente entre mis dedos, 
deslizándose,
como aquella arena,
en aquel reloj,
de aquella condena.