miércoles, 27 de enero de 2021

La pesadilla de una bestia.

«¿es que yo soy? ¿ verdad que sí ?
¿no es verdad que yo existo
y no soy la pesadilla de una bestia?».

    Alejandra Pizarnik.



Roto,

rotos los pedazos que inventamos para no volver a ser todo aquello que fuimos,

rotos los inviernos que nos vieron crecer y llenaron de cicatrices nuestras rodillas,

que nos helaron los huesos para después refugiarnos en el calor de una sombra.


Rotos los vocablos mudos, 

el caos incipiente, 

la necesidad imperante de callar porque sí, 

cuando los gritos resuenan entre las costillas.


Roto el brillo siempre titileante de mi estrella fugaz, 

insidioso gira el reloj que nos espera al final del final de nuestros días.


Roto el camino interminable que cerciora la paz 

que juega al escondite con nosotros, 

el vaho del cristal que nos asegura que seguimos vivos, 

que seguimos respirando,

bailando al son de un compás maldito, estrangulado y caprichoso.


Hoy el cielo se ha desteñido en frágiles gotas pálidas, 

caen sobre tu rostro para decirte que solo eres un engranaje minúsculo del mecanismo, 

que seguiría funcionando sin ti, 

si comparas el desbordante cosmos que te rodea, 

frente a tu humana naturaleza de inminente extinción. 

 

Hoy te sientes opaca y abstracta, 

como si la luz no pudiese pasar a través de ti, 

dejándote llena de colores ennegrecidos y dispersos, 

repartidos por el marco de tus huellas borradas.


¿Dónde está el dorado ardor de tus pupilas? 

¿se ha perdido en el mar helado y vertiginoso de tu soledad?

¿o sigue ahí balanceándose entre el límite del precipicio y la reminiscencia de tu calor?


Todo está bien, todo va a estar bien

me digo desde el sueño lejano 

que no consigue despertarme de la pesadilla 

de una bestia.

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