A veces la vida viene y me abraza con tus brazos.
Y la veo tan de color de rosa que apenas distingo algo que no seas tú.
Y me maravilla cada uno de los pasos que he dado. Hasta ti. Hasta nosotros.
No he encontrado nada que se le parezca a la sensación de soñar contigo y al despertar ver que no era un simple sueño.
Que me cures las pesadillas.
Que estés ahí para recordarme que eres tan real como lo que siento.
No he encontrado nada que se le parezca a la forma en la que me miras, y me tocas, haciéndome olvidar el cartel de frágil que siempre ha estado pegado en mi frente.
Nada que se le parezca a tu risa, cualquier otro sonido me parece insignificante.
No hay nada, absolutamente nada, parecido a verte dormir a mi lado, acariciarte la barba y el pelo mientras miro tus párpados cerrados.
Y hacerte cosquillas en cada hueco.
Grabar en mis retinas cada gesto y quererte como si fuese a salvarte la vida.
Que me beses la espalda cuando te despiertas.
Despertarme con tus labios grabados en la piel.
Besarte hasta no poder más.
Echar de menos cada minuto que no he pasado contigo.
Descubrir cada uno de los aspectos que te hacen ser tú.
Como la marca en el labio inferior.
Como el lunar de tu cuello.
Como que me hagas pucheritos para besarme.
Que me muerdas las mejillas.
Y que te acaricies el bigote antes de hablar.
Que sé, y estoy completamente segura de que no me equivoco si llamo a tu pecho hogar, que ya he aprendido eso de que: "cualquier lugar es mi casa si eres tú quien abre la puerta".
Que una vez dudaste de si podrías hacerme feliz.
Y no sabes lo feliz que me haces, todo lo que soy contigo y gracias a ti.
Nunca dudes de tus capacidades porque son tan grandes como tú siempre las desees ver.
Quiero compartir mis sábanas contigo. Quiero compartir mi vida contigo.
Quiero compartir todos mis recuerdos presentes, pasados y futuros contigo.
Quiero que entiendas que tú eres mi bien mayor, mi buena suerte.
Que me lleves al mar y me llames sirena.
Cogerte de la mano y decirte: ven, vamos a perdernos.
Huir siempre hacia ti.
Acomodarme en tu pecho y sentirme reina de mi propio castillo. De mi propia vida.
Que sepas a sal y a todo lo que quiero.
Y no conocer mas olor que el de tu nombre.
Porque no hay nada, absolutamente nada,
que se parezca a ti.
Te quiero, y me siento orgullosa de ello.
Y qué importa ya gritárselo a un papel cuando puedo decírtelo a la cara.