No sé de qué manera o forma hiciste que rompiera mis normas, derribaste todos los muros y me sacaste la felicidad reprimida, los versos a sacacorchos y los naufragios a base de remar en la dirección contraria a mis defectos.
Y luchando contra mi inconsciencia, perdí la paciencia de esperar de la vida algo más que una patada y un puñal.
Pero tú supiste luchar con las paredes y los monstruos, que aún encima de la cama, tuvieron miedo de nosotros.
De nuestras caídas capaces de derrumbar a una Roma entera.
De las ventiscas capaces de congelar Grecia en tus ojos,
cuando aún Brasil ardía en los míos.
Y de ahí, no quise salir nunca más.
De los aguaceros que ardientes fueron capaces de inundar Venecia en tus brazos,
sin flores ni barcos.
De los atascos capaces de abarrotar todas las calles de Madrid en tu espalda,
con tu semáforo siempre en ámbar, sin saber que dirección tomar.
Los vértigos y las alturas que escalaban el Himalaya de tus vértices, intrincándose en cada huella devastada permitida en cada camino por recorrer(nos).
El frío que con tus manos era capaz de atravesar Siberia por mis huesos y enredarlos hasta doler.
Y todos los corazones rotos que París dejó a nuestros pies.
Todos los muros que tras Berlín fuiste capaz de construir golpe a golpe,
sin esperas, sin cansancio.
Aquel día en el que ni Chernóbil fue capaz de contaminar todas tus dudas pero intoxicaste todas tus respuestas.
Palabras al vacío de no saber cómo ni por qué cojones rompí todas mis normas y acabé perdida en medio de ningún lugar.
¿Y tú, tú, aún capaz, me hablas de darle la vuelta al mundo?
@MariaTBLennon
domingo, 18 de enero de 2015
jueves, 25 de diciembre de 2014
Nunca más.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque sabrá conquistarte sin mirarte. Porque sabrá hacerte el amor sin tocarte.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque jugarás entre sus versos y heredarás su soledad.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque te interpondrás entre su abismo, y de ahí, de ahí, no sabrás salir jamás.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque te faltarán precipicios a los que asomarte y te sobrarán acantilados a tus pies.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque sabrá como nadie todos tus defectos y virtudes, porque conocerá todos los secretos enterrados en tu piel y sabrá como utilizarlos en tu favor y contra.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque acabará por hacerte inmortal, congelarte en su tiempo y espacio y llevarte al límite de galaxias desconocidas.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque te querrá libre pero sabrá tensar los hilos como nadie.
Dar vuelta a los engranajes y oxidarlos hasta el desgaste de su existencia.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque leerá tus pensamientos en voz alta y descifrará cada palabra minuciosamente hasta el hartazgo. Y los plasmará en su viejo cuaderno desgastado de revolcones y charcos.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque te será infiel con su tristeza, con la que te pondrá los cuernos cada noche. Porque por más que intentes, su único consuelo será el papel por el que se desangra. Porque vivirás entre insomnios a tiempo completo.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque mayoritariamente pensará su pasado en presente y futuro perfecto. Y tus tiempos se volverán algo más imperfectos.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque acabarás viendo su reflejo en el espejo cuando te mires a tí. Porque acabarás poseyendo sus manías y rarezas, sus vicios y similitudes. Porque pisarás asfalto siempre que puedas, sin resguardo de la lluvia.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque tus colores se teñirán de grises e irán degradando. Porque obtendrás una visión borrosa del arco iris y tus filtros no pasarán del blanco y negro apagados. Porque sus dudas y sus miedos serán más grandes que tu luz, y acabarás consumiendote en una eterna incertidumbre.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque éste, se alimenta de vida y te la está quitando.
Porque siempre echará su mierda en tí como a un saco de basura. Pero sabrá recompensarte con un par de poemas bonitos y tú, seguirás cayendo en la misma trampa una y otra vez.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque querrás salvarlo continuamente, porque querrás alejar sus demonios y a sí mismo.
Y acabarás abriéndoles tu puerta.
Porque querrás prevenirlo de las guerras y las tormentas.
Pero, ¿sabes qué pasa? Que aquel que no quiere salvarse no puede ser salvado,
y no lo salva ni Dios.
@MariaTBLennon
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque jugarás entre sus versos y heredarás su soledad.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque te interpondrás entre su abismo, y de ahí, de ahí, no sabrás salir jamás.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque te faltarán precipicios a los que asomarte y te sobrarán acantilados a tus pies.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque sabrá como nadie todos tus defectos y virtudes, porque conocerá todos los secretos enterrados en tu piel y sabrá como utilizarlos en tu favor y contra.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque acabará por hacerte inmortal, congelarte en su tiempo y espacio y llevarte al límite de galaxias desconocidas.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque te querrá libre pero sabrá tensar los hilos como nadie.
Dar vuelta a los engranajes y oxidarlos hasta el desgaste de su existencia.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque leerá tus pensamientos en voz alta y descifrará cada palabra minuciosamente hasta el hartazgo. Y los plasmará en su viejo cuaderno desgastado de revolcones y charcos.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque te será infiel con su tristeza, con la que te pondrá los cuernos cada noche. Porque por más que intentes, su único consuelo será el papel por el que se desangra. Porque vivirás entre insomnios a tiempo completo.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque mayoritariamente pensará su pasado en presente y futuro perfecto. Y tus tiempos se volverán algo más imperfectos.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque acabarás viendo su reflejo en el espejo cuando te mires a tí. Porque acabarás poseyendo sus manías y rarezas, sus vicios y similitudes. Porque pisarás asfalto siempre que puedas, sin resguardo de la lluvia.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque tus colores se teñirán de grises e irán degradando. Porque obtendrás una visión borrosa del arco iris y tus filtros no pasarán del blanco y negro apagados. Porque sus dudas y sus miedos serán más grandes que tu luz, y acabarás consumiendote en una eterna incertidumbre.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque éste, se alimenta de vida y te la está quitando.
Porque siempre echará su mierda en tí como a un saco de basura. Pero sabrá recompensarte con un par de poemas bonitos y tú, seguirás cayendo en la misma trampa una y otra vez.
Nunca te enamores de un poeta muerto, porque querrás salvarlo continuamente, porque querrás alejar sus demonios y a sí mismo.
Y acabarás abriéndoles tu puerta.
Porque querrás prevenirlo de las guerras y las tormentas.
Pero, ¿sabes qué pasa? Que aquel que no quiere salvarse no puede ser salvado,
y no lo salva ni Dios.
@MariaTBLennon
sábado, 29 de noviembre de 2014
Causa de la muerte...
No quiero volver a oír hablar del tiempo,
ni de los baches en tu espalda,
ni de senderos a plena luz del día,
por recorrer,
en tus costados.
No quiero avanzar y oír que todo ha terminado y que la vida sigue.
No quiero saber de semáforos en rojo,
y por reparar.
Ni de relojes de arena,
que acaba,
que se desvanece,
que se deja llevar por un viento que no conoce esperas, ni nombres.
Prefiero el mar,
tan eterno,
y tan vacío,
y lleno a la vez.
Y tan reconfortante,
tan tú.
Prefiero cerrar los ojos y sumergirme,
y comprobar que la nada puede sujetarse en mis manos,
y en la sal de mis ojos,
y en la sal de mis labios.
Hablemos de oportunidades (y de intenciones),
decirte que pretendo levantar murallas solo para destruirlas a tu paso,
Que pretendo enredarme entre las sabanas de tus manos sin nunca dejarme atrapar,
correr hacía ninguna parte con la conciencia sucia, a sabiendas que aún esperas en la meta final.
Y lanzarme al vacío, repetidas veces, porque sé que tus brazos estarán en este extraño fondo,
para sujetarme.
Asomarme a ese abismo sin miedo al empuje, sin miedo a la caída, al dolor;
sin miedo al miedo.
Saltar los puentes, los trenes, aviones, aeropuertos, que se presenten.
Y tocar la llama, y no quemarme, y no sentirla, y creer que nunca estuvo ahí.
Y jugar con las luces, en plena noche y evitar que se apaguen, que desaparezcas,
desaparecer.
Y jugar con los imposibles, y hacerlos un poco más míos,
y hacerme un poco más mía.
Que pretendo construir una carretera en tu cuerpo,
tan solo para oír satisfactoriamente ese;
''ha llegado a su destino''.
Y así poder constar en una perfecta acta de muerte,
que en esa curva;
me maté yo.
ni de los baches en tu espalda,
ni de senderos a plena luz del día,
por recorrer,
en tus costados.
No quiero avanzar y oír que todo ha terminado y que la vida sigue.
No quiero saber de semáforos en rojo,
y por reparar.
Ni de relojes de arena,
que acaba,
que se desvanece,
que se deja llevar por un viento que no conoce esperas, ni nombres.
Prefiero el mar,
tan eterno,
y tan vacío,
y lleno a la vez.
Y tan reconfortante,
tan tú.
Prefiero cerrar los ojos y sumergirme,
y comprobar que la nada puede sujetarse en mis manos,
y en la sal de mis ojos,
y en la sal de mis labios.
Hablemos de oportunidades (y de intenciones),
decirte que pretendo levantar murallas solo para destruirlas a tu paso,
Que pretendo enredarme entre las sabanas de tus manos sin nunca dejarme atrapar,
correr hacía ninguna parte con la conciencia sucia, a sabiendas que aún esperas en la meta final.
Y lanzarme al vacío, repetidas veces, porque sé que tus brazos estarán en este extraño fondo,
para sujetarme.
Asomarme a ese abismo sin miedo al empuje, sin miedo a la caída, al dolor;
sin miedo al miedo.
Saltar los puentes, los trenes, aviones, aeropuertos, que se presenten.
Y tocar la llama, y no quemarme, y no sentirla, y creer que nunca estuvo ahí.
Y jugar con las luces, en plena noche y evitar que se apaguen, que desaparezcas,
desaparecer.
Y jugar con los imposibles, y hacerlos un poco más míos,
y hacerme un poco más mía.
Que pretendo construir una carretera en tu cuerpo,
tan solo para oír satisfactoriamente ese;
''ha llegado a su destino''.
Y así poder constar en una perfecta acta de muerte,
que en esa curva;
me maté yo.
domingo, 23 de noviembre de 2014
Just keep me where the light is.
Tan solo quería agradecer, de alguna forma conoces mis funciones vitales y sabes dar vuelta a cada uno de los engranajes oxidados.
De alguna forma sabes eso de hacerme sentir jodídamente bien, como en casa...a veces incluso conmigo misma.
Agradezco la tranquilidad pues sabes tranquilizarme como nadie nunca hizo antes.
Porque sabes continuarlo todo, cerrar los malditos puntos y finales, arrancar todas las páginas para luego regalarme el perfecto libro en blanco, en el cual seguir escribiendo, algo diferente.
A veces, creo que no te comprendo y otras sin embargo te comprendo demasiado.
Pienso que en realidad, yo soy la que no me comprendo, ni comprendo nada cuando esto contigo.
Todo se vuelve un poquito menos gris y es como si fuera tiñéndose de grandes colores.
Y la luz fuera entrando un poquito más, cada vez más. Como si no pudiera pensar en nada. Me siento algo menos prescendible, importante, como si todo pudiera cobrar vida alrededor. Como si tan solo pudiera hacerlo. Simplemente que por una vez, existo en el mundo. Y dejase de ser un maldito fantasma.
Y agradezco el respiro.
Pero entonces es cuando desapareces por un instante, y el temor sabe como asomarse y aparecer.
Y comienzan las dudas, y el ''no soportaría que me hicieran daño otra vez'', el ''no soportaría que me hicieras daño otra vez'', ni siquiera soportaría el hacerte daño, yo, mi pánico práctico y mis huídas. Y piensas: ¿Por qué otra oportunidad? ¿Por qué consigues siempre hacerme sentir mejor con todo? Mejor en todo. Y a la vez un poco más débil. ¿Es solo el cariño? ¿O necesidad? ¿No dicen eso de que segundas partes no fueron buenas? ¿Eso de que la misma mierda no se repite dos veces? ¿Pero y si no fue una mierda, y si no lo es?
A veces creo que de verás me gustaría volver a intentarlo. A luchar. Entonces recuerdo que mis manos se rompieron tantas veces...
Y todo ha cambiado tanto que yo no soy la misma, no sé si es una jodida versión mejorada, creada para matar o morir continuamente.
Quizás sea bueno por mi parte, y no por la tuya.
Quizás solo quieras un nuevo títere, porque te has cansado de todos los demás.
Quizás piensas manejarme a tu antojo y tensar las cuerdas. Sabes que me dejaré dominar.
O eso crees. No lo creas. No es verdad. Y no lo será.
Probablemente te estoy subestimando o haciendo juicios falsos que carecen de algún valor, o simplemente estrujando mi cabeza.
El caso es que en mi mente suena esa pequeña alarma de peligro, que me advierte, y a la vez me hace querer arriesgarme más, suena contradictorio. Siempre fui una persona de lo más contradictoria, así es.
Pero he mirado en tus ojos, y me he visto a mí, me has reflejado en ti, y he podido observar la realidad. Y el impacto ha sido tan grande que algo en mí explotó para siempre. No sé si algo se ha roto, o se ha vuelto a reconstruir. Solo se que tus manos son extrañamente capaces de cerrar las heridas a su paso. Y de enterrarlas bajo llave. Una llave que sabes guardar. Para no dejarla a mi alcance.
El amor es una enfermedad cuya única cura consiste en una única persona. No sé si posees esa cura, no se si yo la poseo, ¿quién puede ser consciente de que es poseedor de algo así?
Pero sabes curar, como nadie ha sabido curarme antes.
Eso asusta.
Mucho.
De verás.
Es como asomarse a un abismo cuya infinidad no conoces, y no deseas conocer, nunca.
@MariaTBLennon
De alguna forma sabes eso de hacerme sentir jodídamente bien, como en casa...a veces incluso conmigo misma.
Agradezco la tranquilidad pues sabes tranquilizarme como nadie nunca hizo antes.
Porque sabes continuarlo todo, cerrar los malditos puntos y finales, arrancar todas las páginas para luego regalarme el perfecto libro en blanco, en el cual seguir escribiendo, algo diferente.
A veces, creo que no te comprendo y otras sin embargo te comprendo demasiado.
Pienso que en realidad, yo soy la que no me comprendo, ni comprendo nada cuando esto contigo.
Todo se vuelve un poquito menos gris y es como si fuera tiñéndose de grandes colores.
Y la luz fuera entrando un poquito más, cada vez más. Como si no pudiera pensar en nada. Me siento algo menos prescendible, importante, como si todo pudiera cobrar vida alrededor. Como si tan solo pudiera hacerlo. Simplemente que por una vez, existo en el mundo. Y dejase de ser un maldito fantasma.
Y agradezco el respiro.
Pero entonces es cuando desapareces por un instante, y el temor sabe como asomarse y aparecer.
Y comienzan las dudas, y el ''no soportaría que me hicieran daño otra vez'', el ''no soportaría que me hicieras daño otra vez'', ni siquiera soportaría el hacerte daño, yo, mi pánico práctico y mis huídas. Y piensas: ¿Por qué otra oportunidad? ¿Por qué consigues siempre hacerme sentir mejor con todo? Mejor en todo. Y a la vez un poco más débil. ¿Es solo el cariño? ¿O necesidad? ¿No dicen eso de que segundas partes no fueron buenas? ¿Eso de que la misma mierda no se repite dos veces? ¿Pero y si no fue una mierda, y si no lo es?
A veces creo que de verás me gustaría volver a intentarlo. A luchar. Entonces recuerdo que mis manos se rompieron tantas veces...
Y todo ha cambiado tanto que yo no soy la misma, no sé si es una jodida versión mejorada, creada para matar o morir continuamente.
Quizás sea bueno por mi parte, y no por la tuya.
Quizás solo quieras un nuevo títere, porque te has cansado de todos los demás.
Quizás piensas manejarme a tu antojo y tensar las cuerdas. Sabes que me dejaré dominar.
O eso crees. No lo creas. No es verdad. Y no lo será.
Probablemente te estoy subestimando o haciendo juicios falsos que carecen de algún valor, o simplemente estrujando mi cabeza.
El caso es que en mi mente suena esa pequeña alarma de peligro, que me advierte, y a la vez me hace querer arriesgarme más, suena contradictorio. Siempre fui una persona de lo más contradictoria, así es.
Pero he mirado en tus ojos, y me he visto a mí, me has reflejado en ti, y he podido observar la realidad. Y el impacto ha sido tan grande que algo en mí explotó para siempre. No sé si algo se ha roto, o se ha vuelto a reconstruir. Solo se que tus manos son extrañamente capaces de cerrar las heridas a su paso. Y de enterrarlas bajo llave. Una llave que sabes guardar. Para no dejarla a mi alcance.
El amor es una enfermedad cuya única cura consiste en una única persona. No sé si posees esa cura, no se si yo la poseo, ¿quién puede ser consciente de que es poseedor de algo así?
Pero sabes curar, como nadie ha sabido curarme antes.
Eso asusta.
Mucho.
De verás.
Es como asomarse a un abismo cuya infinidad no conoces, y no deseas conocer, nunca.
@MariaTBLennon
viernes, 21 de noviembre de 2014
My name is James Cook.
Una cosa que he aprendido es que nunca debes mirar atrás.
El pasado está muerto y enterrado.
No obtienes nada viviendo ahí.
Todo es acerca del hoy.
Pero he estado teniendo estos sueños. En ellos, nada es real.
Nada es sólido;
todo es fantasía;
jodida;
una ilusión.
En estos sueños, soy una vida que ya he sido.
El hoy no significa nada.
Hoy es sólo un fantasma que me persigue.
Estoy en el fin del mundo, al borde de las cosas.
Y pienso dejarme ir.
Pienso dejarme caer.
Mi nombre es James Cook.
Hice algo una vez.
Mis fantasmas no me dejan olvidarlo.
Una vez que corres, te acostumbras a estar asustado;
ya casi no lo noto.
Un murmuro de fondo.
Pero a veces se torna fuerte, como si alguien hubiera subido el volumen.
Tienes que sentirlo, realmente sentirlo.
Acéptalo.
Pero luego es sólo ruido otra vez.
Pero nunca dejas de escucharlo.
Jamás.
-James Cook-
El pasado está muerto y enterrado.
No obtienes nada viviendo ahí.
Todo es acerca del hoy.
Pero he estado teniendo estos sueños. En ellos, nada es real.
Nada es sólido;
todo es fantasía;
jodida;
una ilusión.
En estos sueños, soy una vida que ya he sido.
El hoy no significa nada.
Hoy es sólo un fantasma que me persigue.
Estoy en el fin del mundo, al borde de las cosas.
Y pienso dejarme ir.
Pienso dejarme caer.
Mi nombre es James Cook.
Hice algo una vez.
Mis fantasmas no me dejan olvidarlo.
Una vez que corres, te acostumbras a estar asustado;
ya casi no lo noto.
Un murmuro de fondo.
Pero a veces se torna fuerte, como si alguien hubiera subido el volumen.
Tienes que sentirlo, realmente sentirlo.
Acéptalo.
Pero luego es sólo ruido otra vez.
Pero nunca dejas de escucharlo.
Jamás.
-James Cook-
sábado, 15 de noviembre de 2014
Pertenencias.
Devuélveme todas aquellas noches, aquellas en las que esperaba como una tonta la justa hora en la que llegaba a mí uno de esos mensajes tuyos y sin quererlo, me brillaban los malditos ojos.
Devuélveme las ilusiones, los sueños, la alegría, la confianza.
Devuélveme todas aquellas palabras malgastadas en vano.
Todos aquellos intentos de ser dos y no uno y medio.
Todas las razones y explicaciones que no me diste.
Devuélveme las respuestas y llévate todas las preguntas.
Y llévate las mentiras, los complejos, las inseguridades, las sombras y la tristeza.
Sobre todo la tristeza.
Llévate los miedos, las dudas, los incapaces, los imposibles y las verdades.
Llévate la realidad, no la quiero.
Llévate los besos, las caricias, las canciones, los recuerdos, esta mente idiota y rota, llévatelo todo, no lo necesito.
No quiero nada.
Nada que algún día pudiera ser tuyo, o mío, o de nadie, o de ella, o de los dos.
Llévate las murallas, los bucles y las repeticiones. Todas las piedras.
Puedes llevarte el camino si quieres. Qué más da. Ya da igual.
Pero devuélveme a mí el yo que me falta.
Solo pido eso.
@MariaTBLennon
Devuélveme las ilusiones, los sueños, la alegría, la confianza.
Devuélveme todas aquellas palabras malgastadas en vano.
Todos aquellos intentos de ser dos y no uno y medio.
Todas las razones y explicaciones que no me diste.
Devuélveme las respuestas y llévate todas las preguntas.
Y llévate las mentiras, los complejos, las inseguridades, las sombras y la tristeza.
Sobre todo la tristeza.
Llévate los miedos, las dudas, los incapaces, los imposibles y las verdades.
Llévate la realidad, no la quiero.
Llévate los besos, las caricias, las canciones, los recuerdos, esta mente idiota y rota, llévatelo todo, no lo necesito.
No quiero nada.
Nada que algún día pudiera ser tuyo, o mío, o de nadie, o de ella, o de los dos.
Llévate las murallas, los bucles y las repeticiones. Todas las piedras.
Puedes llevarte el camino si quieres. Qué más da. Ya da igual.
Pero devuélveme a mí el yo que me falta.
Solo pido eso.
@MariaTBLennon
domingo, 9 de noviembre de 2014
Losing My Religion.
Creí escucharte reír. Creí escucharte cantar. Creo que pensé que te ví intentarlo, mientras sonaba un dulce Losing My Religion de fondo, y la alegría era palpable entre líneas y versos.
Creí haberte visto ver todo lo que un día no pude, o no pudiste.
Creí saberme inmortal entre aquellos acordes y perderme en aquella galaxia vacía en tus ojos, sin lluvias de estrellas a la vista ni meteoritos impactando en mi epicentro.
Creí haber podido tocar con mis manos la serenidad y haber jugado con la armonía entre mis dedos, haberla moldeado hasta convertirla en la melodía más bella del mundo.
Creí haber confiado en las musarañas de tu cabeza, en las humedades de tus paredes y no haberme hundido con ellas.
Creí haberme perdido entre paradas, esperando el siguiente tren, para por fin, cogerlo, y no dejarlo pasar, como siempre.
Creí haber amado algo digno de amar.
Y nunca creí haberme decepcionado.
Mírame, esta soy yo, perdiendo la fe.
Cada susurro, de cada momento que estoy despierta, estoy eligiendo mi confesión.
Tratando de no perderte de vista, como una idiota herida, perdida y ciega.
Esto es solo una trampa.
Nunca creí haber luchado y rendido, ni dar más de una mitad, nunca creí que mis mecanismos funcionaran por dos y acabaran quedándose en nada.
Que no se puede dar más de lo que uno tiene sin monedas de cambio ni de vuelta.
Que los imposibles siguen siendo inalcanzables y no debí creerme capaz de conseguir aquella victoria.
Que aún seguimos ejecutando aquella novena sinfonía de Beethoven en Gran Bretaña, día tras día.
Que aún seguimos matando el tiempo a hachazos y que nunca dio resultado.
Porque el reloj siempre fue un paso por delante de nosotros y nunca se dejó atrapar.
Llenando el vaso de dudas y sin ninguna respuesta a la que aferrarse.
Desplazarnos en el abismo sin nadie que nos sacara a bailar.
Y pisarnos los pies,
y las razones,
y los sentimientos,
y el arrepentimiento.
Y salir airosos de una guerra que nunca tuvo fin, ni principio.
Ni salidas.
Nada de pasadizos secretos en tu huida. Ni de atajos para partir.
Y aún no he dicho suficiente.
Y tirarme de todos tus aviones sin paracaídas, sin nada que salvar.
Coleccionista de piedras durante el camino, de corazones cada vez más rotos, de hogueras que no llegaron a apagarse, y en las que solíamos saltar continuamente;
añadiendo fuego al humo.
Coleccionista de deudas, aumentando los intereses, reduciendo los gastos, solo para subirlos hasta las nubes, en cualquier momento, y ser un corrupto más en tu vida.
Aquel día en que la Gran Depresión Americana de aquel 29 de octubre de 1929 no tuvo nada que ver con nuestra caída.
Coleccionista de perfecciones cada vez más imperfectas y a su vez imperfecciones que siempre conservaron su perfección. Y la conservan, tan intacta que apenas sabes por qué sigue estando ahí. O por qué lo estuvo. Y si siempre lo estará. De alguna forma, sabes que no debe. Que no debes.
Pero al fin y al cabo, bicho malo, nunca muere.
¿Y qué pasaría si todas esas fantasías vinieran, sacudiéndose?
Ten en cuenta esto; el truco del siglo.
Ten en cuenta esto; el resbalón que me puso de rodillas, fracasó.
Y aún creo que pensé que te ví intentarlo.
Pero eso fue, simplemente, un sueño.
Inténtalo.
Ahora, he dicho demasiado.
@MariaTBLennon
Creí haberte visto ver todo lo que un día no pude, o no pudiste.
Creí saberme inmortal entre aquellos acordes y perderme en aquella galaxia vacía en tus ojos, sin lluvias de estrellas a la vista ni meteoritos impactando en mi epicentro.
Creí haber podido tocar con mis manos la serenidad y haber jugado con la armonía entre mis dedos, haberla moldeado hasta convertirla en la melodía más bella del mundo.
Creí haber confiado en las musarañas de tu cabeza, en las humedades de tus paredes y no haberme hundido con ellas.
Creí haberme perdido entre paradas, esperando el siguiente tren, para por fin, cogerlo, y no dejarlo pasar, como siempre.
Creí haber amado algo digno de amar.
Y nunca creí haberme decepcionado.
Mírame, esta soy yo, perdiendo la fe.
Cada susurro, de cada momento que estoy despierta, estoy eligiendo mi confesión.
Tratando de no perderte de vista, como una idiota herida, perdida y ciega.
Esto es solo una trampa.
Nunca creí haber luchado y rendido, ni dar más de una mitad, nunca creí que mis mecanismos funcionaran por dos y acabaran quedándose en nada.
Que no se puede dar más de lo que uno tiene sin monedas de cambio ni de vuelta.
Que los imposibles siguen siendo inalcanzables y no debí creerme capaz de conseguir aquella victoria.
Que aún seguimos ejecutando aquella novena sinfonía de Beethoven en Gran Bretaña, día tras día.
Que aún seguimos matando el tiempo a hachazos y que nunca dio resultado.
Porque el reloj siempre fue un paso por delante de nosotros y nunca se dejó atrapar.
Llenando el vaso de dudas y sin ninguna respuesta a la que aferrarse.
Desplazarnos en el abismo sin nadie que nos sacara a bailar.
Y pisarnos los pies,
y las razones,
y los sentimientos,
y el arrepentimiento.
Y salir airosos de una guerra que nunca tuvo fin, ni principio.
Ni salidas.
Nada de pasadizos secretos en tu huida. Ni de atajos para partir.
Y aún no he dicho suficiente.
Y tirarme de todos tus aviones sin paracaídas, sin nada que salvar.
Coleccionista de piedras durante el camino, de corazones cada vez más rotos, de hogueras que no llegaron a apagarse, y en las que solíamos saltar continuamente;
añadiendo fuego al humo.
Coleccionista de deudas, aumentando los intereses, reduciendo los gastos, solo para subirlos hasta las nubes, en cualquier momento, y ser un corrupto más en tu vida.
Aquel día en que la Gran Depresión Americana de aquel 29 de octubre de 1929 no tuvo nada que ver con nuestra caída.
Coleccionista de perfecciones cada vez más imperfectas y a su vez imperfecciones que siempre conservaron su perfección. Y la conservan, tan intacta que apenas sabes por qué sigue estando ahí. O por qué lo estuvo. Y si siempre lo estará. De alguna forma, sabes que no debe. Que no debes.
Pero al fin y al cabo, bicho malo, nunca muere.
¿Y qué pasaría si todas esas fantasías vinieran, sacudiéndose?
Ten en cuenta esto; el truco del siglo.
Ten en cuenta esto; el resbalón que me puso de rodillas, fracasó.
Y aún creo que pensé que te ví intentarlo.
Pero eso fue, simplemente, un sueño.
Inténtalo.
Ahora, he dicho demasiado.
@MariaTBLennon
Suscribirse a:
Entradas (Atom)